EL FETICHISMO DEL PODER EN LA EDUCACION: CUANDO EL LIDERAZGO SE CORROMPE.

En el ámbito de la educación, se espera que los directores, supervisores y jefes de sector sean figuras que guían y nutren el crecimiento académico y personal de estudiantes y docentes por igual, cuidando en todo momento no menoscabar su integridad, sus derechos y sus garantías. Sin embargo, en muchos casos, estas figuras de autoridad se ven envueltas en lo que podría denominarse como "fetichismo del poder", un fenómeno que corrompe los valores fundamentales de la educación y desvía su propósito original.

Por Mtro. Edgar Stalin Méndez Alcaraz

¿Qué es el Fetichismo del Poder?

El fetichismo del poder es una obsesión enfermiza con la autoridad y el control. Se manifiesta cuando aquellos en posiciones de liderazgo utilizan su poder de manera abusiva y egoísta, buscando su propio beneficio a expensas de los demás. En el contexto educativo, esto puede traducirse en decisiones que priorizan el "prestigio personal" sobre el bienestar y el desarrollo de estudiantes y profesores. Tal situación a ido evolucionando hacia ataques directos a docentes en particular que son incomodos para las "autoridades".

Enrique Dussel es un filósofo contemporáneo conocido por su trabajo en la ética de la liberación y la filosofía de la liberación. En relación con el fetichismo del poder, Dussel ofrece una crítica profunda desde una perspectiva filosófica y ética.

Para Dussel, el fetichismo del poder se refiere a la tendencia de atribuir un valor absoluto e irrefutable al poder en sí mismo, independientemente de cómo se ejerza o de sus consecuencias para los demás. Esta concepción del poder lo convierte en un objeto de culto, una entidad que se busca y se adora por sí misma, sin tener en cuenta su impacto en la vida humana y en la sociedad en general.

Desde la perspectiva de Dussel, el fetichismo del poder es una manifestación del pensamiento egocéntrico y autoritario que busca dominar y controlar a los demás en lugar de promover la justicia y el bien común. Esta visión distorsionada del poder alimenta estructuras de opresión y desigualdad, ya que aquellos que están obsesionados con acumular y mantener el poder tienden a ignorar las necesidades y los derechos de los demás.

Dussel sostiene que superar el fetichismo del poder requiere un cambio de paradigma ético y político que reconozca la dignidad y el valor intrínseco de cada ser humano, así como la necesidad de relaciones sociales basadas en la solidaridad, la justicia y el respeto mutuo. Esto implica cuestionar las formas tradicionales de poder y buscar nuevas formas de organización social que promuevan la participación democrática y la distribución equitativa del poder y los recursos.

Sobre esto, Enrique Dussel aborda el fetichismo del poder como una manifestación de la falta de ética y humanismo en las relaciones sociales, y aboga por un enfoque más democrático y solidario que ponga en primer plano la dignidad y los derechos de todas las personas.

El Impacto en la Educación

Cuando los líderes educativos caen en el fetichismo del poder, el impacto negativo se extiende por toda la comunidad escolar. Los estudiantes pueden sentirse desmotivados al percibir que su educación está siendo sacrificada en aras de los intereses personales de los directivos. Los profesores, por su parte, pueden enfrentarse a condiciones laborales injustas y falta de apoyo, lo que afecta directamente su capacidad para enseñar de manera efectiva.

En el contexto de la educación en México, el impacto del fetichismo del poder puede ser significativo y perjudicial. Cuando las instituciones educativas, los administradores, los políticos y otros actores priorizan el poder y el control sobre el bienestar y el desarrollo integral de los estudiantes, se generan una serie de consecuencias negativas:

  1. Centralización y autoritarismo: El fetichismo del poder puede conducir a una concentración excesiva de autoridad en manos de unos pocos, lo que limita la participación democrática y la autonomía de las comunidades educativas. Esto puede manifestarse en políticas educativas centralizadas y en la imposición de decisiones desde arriba sin tomar en cuenta las necesidades y perspectivas locales. Contrario a los principios de la Nueva Escuela Mexicana

  2. Corrupción y clientelismo: El afán de poder puede llevar a prácticas corruptas dentro del sistema educativo, como el desvío de recursos, el nepotismo y el favoritismo. Esto afecta la calidad de la educación y perpetúa desigualdades, ya que los recursos no se distribuyen equitativamente para el beneficio de todos los estudiantes. Fomentando la discriminación, la exclusión y la desigualdad.

  3. Violencia y represión: En un entorno dominado por el fetichismo del poder, es más probable que se utilice la violencia y la represión como herramientas para mantener el control y silenciar la disidencia. Esto puede manifestarse en la represión de movimientos magisteriales, la censura académica y la intimidación de docentes y estudiantes que se atreven a desafiar el status quo.

  4. Desigualdad y exclusión: El fetichismo del poder puede profundizar las desigualdades en el sistema educativo, ya que aquellos con acceso al poder pueden privilegiar a ciertos grupos en detrimento de otros. Esto puede resultar en la exclusión de comunidades escolares marginadas, personas con discapacidad, docentes disidentes, activistas magisteriales que defienden sus derechos o grupos socioeconómicamente desfavorecidos, perpetuando así ciclos de desigualdad y discriminación.

De esta forma, el fetichismo del poder en la educación en México puede socavar los principios fundamentales de equidad, justicia y democracia que deberían regir un sistema educativo inclusivo y de calidad. Para combatir este fenómeno, es necesario promover una cultura de participación, transparencia, rendición de cuentas y respeto a los derechos humanos en todos los niveles del sistema educativo.

Corrupción del Liderazgo en la Educación

Una de las manifestaciones más claras del fetichismo del poder en la educación es la corrupción del liderazgo. Los directores, supervisores y jefes de sector pueden caer en prácticas corruptas como el nepotismo, la malversación de fondos escolares, el favoritismo injustificado y la manipulación de datos para mantener una apariencia de éxito académico. Estas acciones erosionan la confianza en el sistema educativo y socavan los esfuerzos por garantizar una educación equitativa y de calidad para todos.

El Caso de la Educación Corrompida

En muchos casos, la corrupción del liderazgo en la educación se manifiesta de manera sutil pero insidiosa. Por ejemplo, un director que prioriza su reputación personal podría presionar a los profesores para inflar las calificaciones de los estudiantes o ignorar problemas de disciplina con tal de mantener una imagen de excelencia académica. Del mismo modo, un supervisor obsesionado con su propia autoridad podría tomar decisiones unilaterales que ignoran las necesidades y opiniones de los docentes y estudiantes.

La Necesidad de un Cambio

Para combatir el fetichismo del poder en la educación, es fundamental promover una cultura de transparencia, rendición de cuentas y respeto mutuo en todas las instituciones educativas. Los líderes escolares deben ser seleccionados y capacitados cuidadosamente para que entiendan su responsabilidad de servir a la comunidad escolar en lugar de beneficiarse a sí mismos. Además, se necesitan sistemas de supervisión y control más efectivos para detectar y prevenir la corrupción en todas sus formas.

Conclusión

El fetichismo del poder en la educación representa una traición a los valores fundamentales de equidad, justicia y excelencia académica, pilares de la Nueva Escuela Mexicana. Los líderes educativos que caen en esta trampa socavan el propósito mismo de la educación y ponen en peligro el futuro de las generaciones venideras. Es hora de poner fin a esta cultura de abuso y corrupción, y trabajar juntos para construir un sistema educativo que verdaderamente empodere a todos los involucrados en él.

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